Acerinox, represión y algoritmo: el rostro cambiante de una misma dominación

Ni jueces ni máquinas pararán la fuerza de la clase obrera organizada

Una vez más, la patronal desenvaina su espada jurídica contra quienes han osado levantar la voz. El juicio contra los compañeros de ATA y CGT, por haber sostenido una huelga ejemplar en Acerinox, ha sido aplazado por los jueces del capital. Dicen que es una decisión “técnica”, pero sabemos bien que detrás del tecnicismo se oculta la vieja estrategia: desmovilizar, dividir, desgastar. Además, es la propia empresa la que ha solicitado tal aplazamiento.

La acusación —ridícula pero peligrosa— de reclamar 30 millones de euros por hacer huelga es un intento más de disciplinar la conciencia obrera con miedo y castigo. No se trata de justicia, se trata de imponer obediencia. La misma lógica que hoy domina los algoritmos de control laboral y las plataformas de trabajo digital: obedecer sin protestar, producir sin pensar, y callar o ser borrado.

Pero no estamos ante una simple represión. Estamos ante un salto cualitativo del dominio del capital. Hoy, Acerinox representa no solo al patrón de antaño, sino también al nuevo patrón digital: automatización, vigilancia de trabajadores por sensores, datos cruzados para medir “rendimiento” y “riesgo sindical”. La empresa que despide hoy, mañana podría comprar software basado en la Big Data para anticipar tu protesta antes de que la organices. Eso es lo que llaman "innovación".

Mientras hablan de progreso y digitalización, fabrican un futuro donde los trabajadores ya no tienen voz, solo métricas. Pero la huelga de Acerinox fue más que una protesta: fue una grieta en esa narrativa tecnocrática. Dos meses de paro, miles de conciencias despiertas, una comunidad dispuesta a pelear. Y eso les asusta más que cualquier robot fuera de control.

ATA no está sola. El camarada de CGT Metal no está solo. Cada sindicato combativo, cada trabajador que resiste, es parte de una misma clase que lucha en todas partes del mundo. En cada despido, en cada juicio, en cada algoritmo que decide a quién vigilar o despedir, hay una guerra de clases en marcha. Y en ella, no caben las ilusiones institucionales ni los atajos legales: solo la organización directa, la solidaridad sin mediaciones, y la lucha constante.

La concentración del 19 de mayo no solamente fue un gesto simbólico. Es un acto de desobediencia organizada. Es una barricada de cuerpos y voluntades frente al avance de un sistema que quiere convertirnos en datos silenciosos.

Decimos basta. Basta de represión judicial. Basta de manipulación electoral. Basta de algoritmos al servicio del patrón. La tecnología será libre o será nuestra enemiga. La justicia será popular o no será. Y el futuro será autogestionado o no será.

¡Solidaridad obrera, autodefensa colectiva, y control social de la tecnología!
¡Por una clase trabajadora consciente, informada, rebelde!
¡Arriba los que luchan!
¡Por la unidad de la clase trabajadora!